sábado, 3 de julio de 2010

Cuando llegues

Cuando llegues…
habrá un florecimiento de amapolas.
Un himno nuevo entonará la sangre;
y al sentir el milagro de tus manos,
brotarán de mi canto lirios blancos.

Me vestiré los tules nupciales de la aurora.
Bañaré mis cabellos con reflejos de sol;
habré puesto a mi boca el dulzor de las mieles,
y a mis senos, arrullos con preludios de amor.

Cantarán los minutos mis arterias cansadas.
Ya mi espera se tiende con caminos de luz;
pon a tus pies sandalias tejidas de ilusiones,
que hallarán primavera cantando plenitud:

Cuando llegues…
habrá germinación en los vergeles
al abrirse mi carne en floración;
y en el dulce cansancio de la entrega...

Beatriz Zuluaga

Ilustración de Audrey Kawasaki

5 comentarios:

Darío dijo...

Que preciosa es la imagen...

Darío dijo...

Este si que me pone la piel de gallina, porque cada día de la vida me gusta estar esperando...

Say dijo...

En "Fragmentos de un discurso amoroso" Roland Barthes en el capítulo sobre la espera:
"Espero una llegada, una reciprocidad, un signo prometido...Hay una escenografía de la espera...Todo es solemne: no tengo sentido de las proporciones...La espera es un encantamiento...la espera es un delirio..."

En el amor traemos códigos de lo infinito del corazón...espera fragil y delicada que contiene posibilidades vitales hermosas...
Por eso qué bonito eso que dices "porque cada día de la vida me gusta estar esperando"...

EG dijo...

A veces me reconozco en los demás.
Me reconozco en los que quedarán, en los amigos abrigos, locos lindos de la justicia y bichos voladores de la belleza y demás vagos y mal entretenidos que andan por ahí y por ahí seguirán, como seguirán las estrellas de la noche y las olas de la mar. Entonces, cuando me reconozco en ellos, yo soy
aire aprendiendo a saberme continuado en el viento.

(El Libro de Los Abrazos ,Eduardo Galeano

esto me acaba de pasar con este poema y esta hermosísima imagen. Saludos Say!

Say dijo...

emmagunst,
me pasa como a ti y como a Galeano. Que me reconozco en los vínculos de amor y de humanidad que manos y mentes llenas de justicia y de belleza han ido enlazando y tejiendo a lo largo del tiempo.

La imagen es muy hermosa. También me reconocí en ella. Es como decir: esta soy yo. Sin ardides, sin temor, sola y desnuda; con mis "estados crepusculares", y mis días azules, con las fragilidades, emociones y vulnerabilidad de un corazón transparente.
Junto con el poema un pequeño ofrecimiento...

Un beso