miércoles, 21 de julio de 2010

Siempre escribimos lo mismo

"Estoy leyendo las dos cartas, en la misma actitud que el gorrión que roba las migas de mi habitación: temblando, con el oído y el ojo alertas, con el plumaje encrespado"

"Y, en realidad, siempre escribimos lo mismo. Una vez pregunto yo si estás enferma, luego eres tú quien habla de eso; una vez soy yo quien tiene ganas de morir, otra vez eres tú; una vez quiero llorar ante ti como un niño, otra vez lo haces tú, como una niña. Y una vez y diez mil veces y siempre quiero estar contigo y tú también lo dices. Eso basta, eso basta."

Fragmentos de "Cartas a Milena", Franz Kafka

15 comentarios:

Tera dijo...

Ayer me quedé despierta hasta muy tarde leyendo "Éramos unos niños", de Patti Smith, una historia preciosa sobre su amistad con Robert Mapplethorpe. Y leí esto:

"El collar fue pasando de uno a otro con el transcurso de los años. Siempre lo tenía quien lo necesitaba más. Aquella reciprocidad se manifestaba en muchos de nuestros jueguecitos. El más inquebrantable se llamaba "Un día tú y otro yo". La premisa era simplemente que uno de los dos, el protector, debía estar siempre alerta. Si Robert tomaba drogas, yo tenía que estar presente y consciente. Si yo me deprimía, él debía mantenerse animado. Si uno enfermaba, el otro permanecía sano. Era importante que nunca nos permitiéramos excesos el mismo día.

Al principio, yo desfallecí y él estuvo siempre a mi lado para darme un abrazo o decirme unas palabras de aliento, para obligarme a salir de mí misma y sumergirme en mi obra. Pero él también sabía que yo no le fallaría si necesitaba que la fuerte fuera yo".

Me recordó.

Besos.

Darío dijo...

Kafka era un niño.

Say dijo...

Tera,
recuerdo en una entrevista de Patti Smith. Contaba que en la vida de su madre, la tragedia no tuvo fin. Sin embargo, decía, ella se levantaba, tomaba aire y salía a lavar y a colgar ropa. Para su madre, cuando miraba la ropa, las sábanas moviéndose al viento, y el sol, era como un nuevo comienzo.

Creo que esa imagen la lleva siempre consigo y le sirvió para cuando a ella le tocaba ser la protectora...

Y luego su indómita inocencia, la poesía furiosa de Rimbaud, la mística de "los caballos" salvajes, y los "mares de corales" y las "semanas santas"...y una fusión poética con la vida real tan personal.

Es verdad. Los dos textos dicen lo mismo, el de Kafka y éste de Patti. Los dos saben lo que es estar a punto de caer para siempre...por eso los dos saben estar alerta.

Un beso

Say dijo...

Pulgarcito,
será que los inadaptados lo son porque siguen siendo niños libres y salvajes...sin prejuicios, rebeldes y apasionados...

Edmundo dijo...

Es como si las cartas de Kafka, fuesen la sensibilidad de la piel de sus novelas, tan crudas...

Say dijo...

Edmundo,
en las cartas está su fuente, su mejor literatura...y en las novelas la continuación...

Stalker dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Stalker dijo...

Lo de la ropa me recordó este poema que me gusta mucho:


"Me pedís palabras que consuelan,
palabras que os confirmen
vuestras ansias profundas
y os libren
de angustias permanentes.
Pero yo ya no tengo
palabras de ese género.
Aceptad mi silencio: lo mejor
de mí. Huid del soplo que pronuncia,
en mi boca,
la amarga condición de lo humano.
Y, entretanto, dejadme contemplar
el vuelo de la ropa
tendida en las ventanas".

Hilos, Chantal Maillard

Creo que todos hemos sido Kafka,alguna vez. Todos nos hemos asomado a esa alteridad y hemos querido vibrar al ritmo del otro, cuidar de su intemperie o su quebranto, entregarle un átomo de nuestra luz o de lo que en nosotros la sombra no acierta a nombrar.



abrazos

EG dijo...

...en realidad siempre escribimos lo mismo... es casi como realmente creer ya no se inventa nada nuevo, sin embargo creo, que hay miradas que son únicas, y siempre nos sorprenderán...por ahí, dando una vuelta de hoja. He leído tan poco a Kafka, solo La Metamorfosis, y no me gustó. Entonces dejé Letras Modernas...tendría que retomar su lectura. Besos Say

Stalker dijo...

Say:

tuve que reescribir el mensaje porque blogger, aparentemente, fagocitó el primero. Borra el primero y deja el segundo, o elige a tu gusto!

besos

Say dijo...

Stalker,
ahhh Chantal Maillard es tan sabia en su desprendimiento y en su indagación de "la amarga condición de lo humano" que lo que nos deja siempre con sus palabras es consuelo, consuelo y consuelo. Se lo pedimos y nos lo da. Ella sabe por qué se lo pedimos y nos lo da.

Es verdad!
"Y, entretanto, dejadme contemplar
el vuelo de la ropa
tendida en las ventanas".
La mirada de Chantal y en sus poemas las imágenes cotidianas que todos tenemos en la mente...en los patios de nuestra niñez...las sábanas blancas moviéndose al viento...en las terrazas de los pisos en las ciudades donde hemos vivido...la ropa colgada en los balcones en las calles estrechas del Raval...
Imágenes todas, que nos dan un soplo de oxígeno, un coraje y una ternura vital, una luminosidad que viene al mirar...

Sí, todos hemos sido Kafka y todos hemos sentido la intemperie y las sombras y hemos sabido reconocer y dar cobijo a la intemperie y las sombras del otro. Por eso en las cartas nos vemos tanto.

Un fuerte abrazo

Say dijo...

emmagunst,
siempre escribimos lo mismo es como decir de mil maneras distintas lo que somos, vemos y cómo sentimos el mundo. Yo creo que los mejores escritores siempre escriben lo mismo. Kafka, Dostoievski, Maillard, Rimbaud, Bernhard, Rilke...siempre escriben lo mismo aunque cada libro sea diferente. Pero su sensibilidad y su manera de mirar, de sentir, de expresar, de explorar y descubrir viene de una honda cosa que todos tenemos ahí dentro, que no sabemos porqué es así y no de otra manera, pero que no podemos cambiar y que nos hace únicos.
Y, como dices, esas miradas únicas siempre nos sorprenderán...

Kafka cuando más lees de él más te gusta. Hay interrelaciones entre sus escritos y su vida claves, códigos que vas descubriendo y eso emociona y sorprende.
Sus cartas, los Cuadernos en Octava, la carta al padre, los cuentos, sus consideraciones acerca de...La condena, El Castillo...pero también puede no gustar. Es normal. Lo bueno, es que siempre tenemos autores que nos acompañaran según el momento o los gustos.

Un beso

Say dijo...

Stalker,
ya imaginé que había sido eso. Pero publiqué los dos porque se complementaban y añadías ideas y reflexiones nuevas.
Me gustaban los dos. Yo no hubiese podido borrar ninguno...

Stalker dijo...

Say:

¡borré uno de ellos! aunque tienes razón, lo tuve que repetir y en la repetición siempre hay algo, por mínimo que sea, que se desplaza. Falla tectónica interior, siempre insinuando su brecha, modificando sutil (y estrictamente) el sentido.

Has mencionado algo que para mí es una clave: la mirada de Chantal. Sabía que tú te habías percatado de todo lo que hay en esa mirada. Aparte de unos ojos bellísimos, es una mirada que expresa una delicadeza y un sufrimiento extremos, transformados en atención, compasión y escucha.

Es también una mirada infantil o que vuelve a la infancia. Que desanda el camino hacia "ese" origen y fluye desde ahí.

Alguien lo definía muy bien en un blog: "una niña de cincuenta años, con una mirada intensamente azul". Y que hace latir el silencio y habita y sostiene las palabras desde una calidez que sólo una visión superficial confundiría con frialdad o acercamiento puramente intelectual.

Algún día tengo que escribir algo extenso (e intenso) sobre todo esto. Por ahora sigo leyendo, porque aún no termino de abarcar el tapiz de una obra tan amplia y tan finamente enhebrada (cómo los ensayos desembocan en los poemarios, cómo los "diarios" son el campo de experimentación y aplicación de ideas teóricas, etc. todo en un vasto tejido de resonancias, ritmos compartidos, afluencias).

besos

Say dijo...

Stalker,
cuando he visto que has borrado uno de los comentarios me ha dado pena, porque había palabras, frases que complementaban mucho la sensación que produce la lectura de Kafka. Eso mínimo, esa modificación sutil que añade tanto significado...

Chantal Maillard...su mirada...de ahí viene la extrema sensibilidad de captar tantas percepciones mínimas. Fluye desde la niñez todo su recorrido lleno de vivencias personales y humanas que ha transformado en un "hilo" que sostiene con la compasión, la escucha y el compromiso ético.

Una niña de 50 años que, como dices, al contrario de utilizar abstracciones intelectuales, a veces, tan vacías de contenido, lo que hace es acercarnos los sutiles sonidos de la existencia, la carnalidad vital del dolor, de los sueños, del sufrimiento, de la sed, de los gestos cotidianos...y lo hace en síntesis clara con verdaderas palabras desnudas.

Algún día escribirás algo extenso e intenso sobre Maillard y, es verdad, que las interacciones que hay entre sus obras dan para hacer un precioso estudio sobre toda su escritura.

Me gusta que queramos de forma tan apasionada y tierna a Chantal Maillard!! Después de conocerla no puede ser de otra manera!!

Un beso